Tiempo ordinario

Terminado el Tiempo de Navidad comienza el Tiempo Ordinario. En él “Cristo se hace presente y guía a su Iglesia por los caminos del mundo”. A través de las lecturas y de las oraciones de la misa vamos contemplando y profundizando en la identidad de Jesús, su vida, su ministerio, su doctrina… En total, más de treinta semanas –desde el Bautismo de Jesús hasta Cuaresma y desde Pentecostés hasta el I Domingo de Adviento–  para profundizar en nuestra fe. 

También dentro de este tiempo celebramos Solemnidades importantes como la Santísima Trinidad, el Corpus Christi y la Asunción de María. 


“El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario. 

Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!

El espíritu del Tiempo Ordinario queda bien descrito en el prefacio VI dominical de la misa: “En ti vivimos, nos movemos y existimos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos”” (http://es.catholic.net/celebraciones/120/302/articulo.php?id=27200). 

Durante el Tiempo Ordinario el sacerdote y el diácono visten ornamentos de color verde, especialmente el domingo. En las misas cotidianas puede vestir otros colores según se celebre la memoria de algún santo, una misa votiva o un funeral. En las misas dominicales y en las Solemidades se recita el "Gloria" y el "Credo". Por los general las celebraciones no contienen ritos especiales. 

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