El icono de la resurrección del Señor (ANÁSTASIS)
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En
la iconografía oriental hay tres representaciones de la resurrección del Señor:
el icono de las mujeres de van al sepulcro y lo encuentras vacío, el icono de
la aparición da la Magdalena y el del descenso a los infiernos. El más
importante es este último.
En
él se describe que Jesús, verdaderamente muerto, desciende a los infiernos a
dar la Buena noticia a los muertos y, a la vez, ya se hace mención a la
resurrección de su carne.
Generalmente
la imagen central, Jesucristo, está revestido de blanco o dorado y del él salen
rayos (las energías divinas) que simbolizan la gloria que por el Espíritu Santo
ha recibido su cuerpo. Tiende la mano a un anciano, Adán, que espera la
redención. Junto a él está Eva con las manos veladas en señal de adoración y
vestida de rojo, el color de la humanidad (ella es la madre de todos los
hombres). Rodean la escena los justos del Antiguo Testamento, de una manera
notable aparece Juan el Bautista, precursor del Señor, y también el rey David.
A
veces está presente la cruz, como instrumento que Jesús utiliza para destruir
las puertas del infierno (véanse las llaves, candados, cerrojos… dispersos),
que aparecen otras veces en forma de cruz y sobre las que se sostiene el
Cristo. Otras parece que Jesús flota sobre el abismo. El color negro aparece en
otros iconos como el del nacimiento, el bautismo y la cruz simbolizando a la
muerte. Ahora ella ya no puede retener a los hombres porque Jesucristo la ha
experimentado y vencido.
Pero
¿y nosotros? ¿Tiene algo que ver este icono con nuestra vida? “Al igual que en
el icono, Cristo desciende a lo más profundo de nuestro ser y nos arranca de
las tinieblas, pues fuimos sepultados con él por el bautismo a fin de resucitar
en él de entre los muertos (Col. 2, 12). La Vida requiere la muerte de la
persona vieja, el abandono y la superación del mal original que la corroe.
Consecuencias tangibles de esta huella tenebrosa son nuestras angustias,
limitaciones, fracasos, la opacidad hacia el otro (egocentrismo) y hacia la
belleza de la creación. Todo se encuentra asumido por el torbellino liberador
en la medida en que nos adherimos al Muerto-Resucitado que nos hace pasar
(Pascua=paso) del imperio de la muerte que son las tinieblas a la Luz, fuente
de toda vida” (http://www.mercaba.org/ICONOS/iconografia.htm).