Santísima Trinidad
Esta debería ser una fiesta en la que nos dedicásemos a la alabanza de Dios, a la adoración, a gozar de Él, de su grandeza e inmensidad. Sin embargo, nosotros , hombres y mujeres occidentales y modernos, queremos más bien que se nos explique el problema que a veces acucia nuestra mente desde la catequesis. No nos sale la cuenta: 1+1+1=3 y no igual a 1. ¿Cómo pueden el Hijo y el Espíritu Santo venir del Padre desde la eternidad? ¿Qué es eso mismo de la ‘eternidad de Dios’? San Agustín ya decía que “si lo entiendes no es Dios” , es decir, si lo puedes reducir a ideas humanas, a explicaciones mundanas como el funcionamiento de un coche o de una lavadora, eso ya no es Dios, es un cacharro. Si algo podemos decir de la Santísima Trinidad e dar un poco de luz a ese Misterio del ser mismo de Dios es quizá desde el amor. El Amor, el de Dios, es libre, incondicionado, no necesita nada fuera de sí y es siempre fecundo y generador de vida nueva. Jesús en su existencia terrena ha da