Mártires cercanos: Justo y Pastor, Filiberto y Fabriciano



En la historia de la Iglesia ha tenido mucho eco la última persecución romana o “gran persecución”. Fue la que a principios del siglo IV Galerio y Diocleciano decretaron para todos aquellos que no abjuraran de la fe. Con intención de perseguir a los cristianos fue enviado a Hispania el pretor Daciano, que aparece como el juez en diversos procesos contra los mártires.

· 6 de agosto, los Santos Niños de Tielmes y de Alcalá.  
Muy venerado en toda España es el martirio de los santos Justo y Pastor. Dos niños de 7 y 9 años hijos de un soldado romano llamado Vidal. A decir de San Isidoro de Sevilla estos tiraron sus tablillas en la escuela y se fueron a Daciano para confesar su fe. Éste les ofreció regalos y ofuscado por la firmeza de los niños en no renegar de la fe los mandó degollar en el “Campo Laudable”, extramuros de la ciudad de Complutum, actual Alcalá de Henares.

Un siglo después parece que el lugar de su muerte y enterramiento había caído en el olvido. En una visita a la ciudad, el obispo de Toledo Asturio Serrano descubre milagrosamente su tumba, renuncia a la sede de Toledo y funda el obispado complutense para quedarse junto al sepulcro de los mártires. Este hecho recuerda a otros milagrosos descubrimientos de tumbas, como la de Santiago o las de Gervasio y Prostasio (estos últimos también hijos de otro San Vidal).

Una ínfima parte de las reliquias de los santos Justo y Pastor se conservan en la Catedral de Alcalá. Su historia ha sido muy accidentada desde que San Urbicio, un eremita pastor, llegase trashumando hasta la ciudad del Henares y “piadosamente” las recogiese y se las llevase a Huesca.

El Martirologio Romano, catálogo oficial de los santos en la Iglesia Católica, dice de ellos:  “En Compluto, actual Alcalá de Henares, en la Hispania Cartaginense, santos mártires Justo y Pastor, los cuales, todavía niños, abandonando en la escuela sus tablillas de escritura, corrieron voluntariamente al encuentro del martirio, y detenidos y azotados de inmediato, por orden del juez fueron degollados por su amor a Cristo, mientras se confortaban mutuamente con recíprocas exhortaciones (304)”.

· 22 de agosto, Fabriciano y Filiberto.
De estos dos santos hay que reconocer que sabemos menos.  El Martirologio actual no los incluye (aunque estuvieron inscritos en tiempo remoto). Su veneración es local, no de toda la Iglesia y por eso su culto está mucho menos extendido. Fue la Iglesia mozárabe de Toledo la que mantuvo su memoria. Según la tradición eran eremitas que vivían en una cueva cerca de Titulcia. Allí llevaban una vida de oración apartados del mundo. Los soldados romanos les invitaron a apostatar y, al no hacerlo, los mataron.

La historia de Filiberto se entrecruza en los cronicones con la de otro Filiberto. Existe, en efecto, un abad Filiberto, de Noirmoutier (Aquitania), celebrado el 20 de agosto. Muchos hagiógrafos confunden los dos. 

A decir de Juan Pinio, en su demoledor artículo en el Acta Sanctorum de los bolandistas: “si buscas otras cosas acerca de su patria, época y las cosas [por ellos] hechas, todo es tan vacilante, que no hay ni un punto en el que puedas poner el pie con firmeza… a los santos les he puesto arriba el título de "Mártires" con el Martirologio Romano y con el Breviario Mozárabe, si bien ignoro completamente dónde, cuándo y bajo quién padecieron. También les he puesto "en España" con dicho Martirologio, no porque ello me conste con certeza; sino porque son españoles, por así decirlo, en posesión, en la cual los dejo. Si ambos habían sido monjes, así como su Orden y monasterio, me es igualmente desconocido”.

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