Jornadas de evangelización en las parroquias de Arganda del Rey (Madrid).



Días 25, 26 y 27 de agosto de 2.012

La semana pasada las parroquias de Arganda del Rey acogimos a los misioneros del grupo  Kerygma, grupo que pertenece a la diócesis de Alcalá de Henares y que ha sentido la fuerte llamada del Espíritu Santo a anunciar a Cristo por las calles de nuestra diócesis.



Su apostolado se concreta en jornadas como las que hemos podido vivir en estos días, en las cuales, después de haber sido bendecidos por el Señor, salen los misioneros de dos en dos, como el Señor mandaba a sus discípulos, a llevar el Keryma (el mensaje) que Cristo nos ha dejado. En el templo todo queda preparado para ese encuentro con Jesús, que se hace visible gracias al sacramento de la Eucaristía. Así Cristo espera paciente junto al grupo de adoradores que con su oración apoyan la misión.


En estos días hemos podido comprobar la fuerza del Espíritu Santo, en todos nosotros, pero sobre todo en las personas que han abierto su corazón. Sólo con su ayuda puede explicarse que en el centro de una sociedad que parece no tener tiempo para Dios, más preocupada de los asuntos de este mundo, hayamos podido ver a tantas personas que se han acercado, de la mano de los misioneros, hasta el altar donde permanecía expuesto el Santísimo.

Sólo cada una de estas personas sabe qué es lo que sintieron al recibir el mensaje, muchas veces un sencillo: “Dios te ama”. Pero es fácil imaginar que fue algo que hacía tiempo no escuchaban y que sentían dentro de su corazón aunque lo tuviesen olvidado.


Lo cierto es que todos los que hemos acudido a esta convocatoria hemos visto lo que Dios puede hacer en nosotros si le dejamos, hemos comprobado que frente a la actitud de orgullo que frecuentemente mostramos ante los demás, ante Dios se vuelve humildad. Un gesto como el de arrodillarse ante la Sagrada Forma, una pequeña oración, un abrazo o las lágrimas que este encuentro ha suscitado en muchas de las personas que abrieron su vida a Cristo, nos ayudan a contemplar la belleza de Dios, a reavivar nuestra fe, a no dejarnos vencer por el día a día, porque todos los cristianos somos portadores de esta gran noticia: “Dios te ama”. Todos hemos visto como esa llama interior crecía, como al salir iban alegres, con deseos de ser mejores y todos debemos seguir apoyando con nuestro testimonio y nuestra oración para que los frutos sean abundantes.

En estos días, Cristo ha vuelto a tomar la calle, se han abierto las puertas de la Iglesia, ante el ocio que el mundo nos propone, se nos ha mostrado lo que realmente puede calmar nuestra sed, lo único que puede llenarnos. También hemos podido ver que el mundo está realmente sediento y que frente al desánimo que muchos días nos puede, el Espíritu Santo nos ha demostrado que está a nuestro lado y que quiere hacernos “arder”. Qué gran tesoro se nos ha dado, y estos días nos sirven para recordarnos que ese tesoro es para compartirlo.


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