El beato Nicanor Ascanio
El pasado 10 de julio celebramos en
nuestra diócesis de Alcalá la memoria de los Beatos Nicanor Ascanio, Nicolás Alberca y compañeros
mártires de Damasco.
Nicanor Ascanio nació en Villarejo de
Salvanés, en 1814. A los 16 años tomó el hábito de los Hermanos Menores
(franciscanos), pero en 1835 sufrió la exclaustración por parte de las
autoridades civiles como consecuencia de la desamortización de Mendizábal. Se
ordenó sacerdote del clero secular y fue capellán de las Franciscanas
Concepcionistas de Aranjuez. Se conserva testimonio de su actividad pastoral en
el mismo Villarejo, Perales de Tajuña, Tielmes y Valdaracete. Posteriormente se
reincorporó a la Orden Franciscana. En él latió siempre el deseo de ser
misionero. Una de las monjas concepcionistas que atendía, Sor Patrocinio,
muerta con fama de santidad el 27 de enero de 1891, le profetizó que Dios lo
quería misionero en Tierra Santa y mártir en la patria de Jesús. Así fue. El P.
Ascanio partió hacia Palestina. Llegado a Jerusalén oró en el Santo Sepulcro,
el Calvario y Getsemaní, y visitó Belén
y los demás santuarios como es costumbre entre los franciscanos recién
llegados.
Fue enviado a Damasco (Siria) para
estudiar árabe con el P. Carmelo Bolta. Por entonces comenzó a arreciar la
persecución religiosa. Los franciscanos y otros religiosos de la ciudad fueron
invitados a refugiarse en palacio de Ab-el-Kader, pero rehusaron. La noche del
9 al 10 de julio de 1860 los musulmanes entraron en el convento. El superior,
P. Manuel Ruiz fue asesinado en la iglesia, a donde había ido para abrir el
sagrario y consumir el Santísimo para evitar la profanación. Por su parte, al beato
Nicanor le propusieron en árabe renunciar a la fe para salvar su vida. Cuando
se dio cuenta de lo que querían que hiciese Nicanor, exclamó: “Soy cristiano, mátenme. Yo creo en Cristo y
no en el profeta Mahoma”. Al instante fue decapitado. En el convento se
habían refugiado tres cristianos sirios. También fueron martirizados junto con
los ocho franciscanos. Frailes y seglares fueron beatificados por el Papa Pío
XI el 10 de octubre de 1926.
La historia del Beato Nicanor se
entrelaza con la de los franciscanos en Oriente Medio. Los Hermanos Menores
están allí presentes desde el siglo XIII. San Francisco viajó a Egipto y a la
Tierra de Jesús, pero según parece no pudo visitar los Santos Lugares. En vida
del santo ya se creó la Custodia de Tierra Santa. Después de la derrota de los
cruzados y su expulsión en 1291 los franciscanos volvieron. En 1333 ya tenían
un convento junto al cenáculo y celebraban culto en el Santo Sepulcro.
Posteriormente el Papa le dio un carácter pontificio a su misión y desde
entonces ellos son los encargados de custodiar los Santos Lugares por parte de
la Iglesia católica.
Durante todos estos siglos los
franciscanos de la Custodia se han dedicado a atender a los cristianos de
Tierra Santa, a adquirir aquellos lugares que tradicionalmente se han
relacionado con la vida de Jesús, a mantener el culto católico allí y a atender
a los peregrinos.
Desde que nació el Islam, el
cristianismo ha ido perdiendo importancia en Oriente Próximo, hasta el punto de
quedar en minoría. Actualmente se calcula que los cristianos representan el
1,6% de la población de Palestina e Israel. En ciudades como Belén, cuyo
porcentaje era del 90%, ahora es del 20. El éxodo de los cristianos palestinos
parece imparable. En medio del conflicto árabe-israelí a los cristianos les
toca la peor parte. Levantan recelos entre judíos y musulmanes.
Además de su tarea espiritual, los
franciscanos llevan a cabo una gran labor de promoción humana en Tierra Santa también
entre no-cristianos y llaman continuamente a la conciencia de la Iglesia y del
mundo para que no abandone la Tierra de Jesús y sus gentes. La Iglesia realiza
una colecta mundial para la Custodia cada Viernes Santo.